ALIMENTO COMO DERECHO

Lo público, lo privado y lo comunitario. En esta nota, el autor propone la necesidad de pensar a la alimentación como una necesidad básica de la sociedad, para despojarla de la lógica de negocio, propia del capitalismo. El rol de la agricultura familiar. Extracto de nota de Enrique Martínez. Texto completo en: tiempo.infonews.com

Una discusión básica en toda sociedad moderna, en que el capitalismo es el sistema económico dominante, es cómo se atienden las necesidades básicas de la comunidad. La educación, la salud, la seguridad social, entre varias otras facetas, son admitidas como necesidades fundamentales. Todos esos planos están sometidos a tensión permanente para discernir quién y cómo se hace cargo del tema y si se lo hace con vocación de servicio o priorizando un negocio. En los temas mencionados se llegó a un consenso mayoritario que establece que es el Estado, como administrador de la sociedad, quien debe hacerse cargo de brindar los servicios. Las ineficiencias en el manejo de lo público, sumadas al deliberado deterioro producido cuando sectores opuestos a esta tesis se han hecho cargo del gobierno, han hecho aparecer ámbitos privados para brindar esos servicios esenciales. La educación privada, la medicina prepaga, las AFJP, representan modos diversos de expresión de esta tensión entre el servicio y el negocio. El conflicto es permanente y la mejor expectativa es controlar permanente el rumbo para alcanzar una adecuada satisfacción general. La alimentación, la vestimenta y la vivienda son necesidades básicas, pero entran en otra categoría social. Eso es así porque a pesar de haber constituido cuestiones críticas en toda la historia de la humanidad, en los últimos 200 años el capitalismo ha ganado la batalla cultural y todas esas necesidades son atendidas con la lógica de la economía de mercado, cuya consigna es: Si tienes dinero comes, te vistes y te cobijas. De lo contrario, buena suerte. Se han mercantilizado estas demandas sociales y en el mejor de los casos se admite que el Estado acuda en asistencia precaria de quienes no tienen la llamada demanda "solvente".

Son una necesidad. A consecuencia de ello, antes y después de la famosa frase de Evita –"donde hay una necesidad hay un derecho"– distintos ámbitos internacionales han llevado los temas a la categoría de derecho, pero nadie ha resuelto cabalmente que sean ejercidos en plenitud. En este escenario, la agricultura familiar (AF) aparece como un espacio que necesita clasificación más precisa que la actual. Si es un sector para el cual reivindicamos el derecho a trabajar y participar del mercado capitalista estándar de la alimentación, lo planteamos como un negocio. Si es un negocio su destino no es optimista, dada la dependencia de la industria y sobre todo del comercio en cada cadena de valor, con actores de muy superior poder económico a cada agricultor aislado. Se puede aspirar a subsistir, pero salvo excepciones, el horizonte no es de progreso importante y aparece casi mecánicamente una función asistencial del Estado. Si por el contrario, advertimos que tomar la alimentación como un derecho es una asignatura pendiente, la AF debe ser considerada un componente clave para ejercer ese derecho, equivalente al papel que cumplen la escuela o el hospital públicos.