En Inglaterra hay más aficionados a ver aves que al fútbol, es significativo. El turismo del birding mueve muchísimo dinero en otros lugares. El ornitólogo ferrolano lamenta «el abandono» de los gobiernos en materia de conservación y divulgación. Trabaja en una tienda de ropa en el centro de Ferrol, donde nació en 1974, pero su auténtica vocación «son las aves, viajar para estudiarlas y documentarlas». Pablo Gutiérrez lleva años persiguiéndolas «por todo el mundo» y ha visto «casi el 40 % de todas las especies que existen».
-¿De dónde le viene la afición?
-Siempre me han fascinado los animales y la naturaleza, pero fue de niño en Extremadura, donde tengo parte de mis raíces, donde empecé a fijarme en las aves. Años más tarde, en Ferrol, observé un halcón peregrino posado en un edificio del centro de la ciudad, momento revelador porque comencé a entender que no era necesario ir a África o Sudamérica para ver lo que salía en los documentales de la dos.
-¿Qué explica que alguien pueda pasarse horas observando aves?
-La observación de aves, el birdwatching, es una actividad fascinante y, al contrario de lo que pueda parecer, muy dinámica y entretenida; cada jornada de campo es única. Las aves tienen la increíble capacidad de volar y algunas realizan migraciones larguísimas; sales al campo con la expectación de ver cosas nuevas.
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