NUEVO ROUND: EN LAS MALEZAS,
LA BIOLOGÍA OTRA VEZ VENCIÓ A LA QUÍMICA

Nota en Clarín rural con docentes de nuestra Facultad

Quedó confirmada una nueva resistencia para el nabo silvestre. Ahora, al 2,4-D. Sube el número de resistentes.

Una planta de nabo silvestre, extraída de una población de esta especie, en un campo de la localidad de Azul, provincia de Buenos Aires, confirmó que este biotipo ya resiste al herbicida 2,4-D. Otra mala noticia al respecto, considerando que esta maleza es típica de todas las zonas agrícolas del país, también cosmopolita, que vegeta durante primavera-verano en cultivos de verano pero que invade lotes de trigo y cebada y está presente en barbechos invernales. Además, tiene confirmadas resistencia a los herbicidas glifosatos e inhibidores de los ALS.

Como parte de un proyecto de investigación, el Grupo de Terapéutica Vegetal de la Facultad de Agronomía de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires estudia sobre malezas resistentes y tolerantes en toda la provincia de Buenos Aires.

De esta forma, Víctor Juan, integrante de este grupo, le cuenta a Clarín Rural que, a partir del reporte que registraban por parte de productores de escapes de nabos a herbicidas hormonales, como el 2,4-D, comenzaron con los trabajos exploratorios en las plantas que no eran controladas. Así, dice, “cosechamos la semilla en esos casos, las cultivamos en laboratorio y comenzamos con las típicas pruebas de dosis/respuesta para este nabo, el cual lo tratamos con 2,4-D y, al mismo tiempo, hicimos el mismo procedimiento para un población sensible al herbicida”.

Luego de estos análisis y sus resultados, explica el experto, concluyeron que la población tolerante tenía un índice de resistencia igual a 4, es decir, que se necesitaba cuadruplicar la dosis de 2,4-D para poder controlar a esa población. Lo siguiente, Juan sostiene, fue difundir la noticia, la cual fue tomada por la Red de Conocimiento de Malezas Resistentes (REM), de Aapresid, quienes agregaron a esta especie a su listado de “alertas rojas”.

Sin embargo, la experimentación del grupo de investigación en torno al nabo sigue. Juan señala que este ensayo de prueba se repitió dos veces más para constatar la resistencia y, ahora, están probando la resistencia a otros herbicidas hormonales pertenecientes a otras familias químicas para descartar la posibilidad de resistencias cruzada o múltiple.

Entre las causas posibles para alcanzar esta resistencia, Juan expone algunos posibles argumentos. Entre ellos, comenta, en los campos en los que se trabajó son lotes que están en agricultura permanente, campos arrendados y los barbechos químicos invernales son tratados repetidamente con glifosato más 2,4-D.

Uno de los temas preocupantes con esta especie, advierte el experto, es que entre especies de nabo hay mucho “flujo génico” ya que tiene polinización abierta, por lo tanto, “esta resistencia se transmite a otros individuos, de otros lotes y, así se van conformando una población completamente resistente”.

De acuerdo a su análisis y según la realidad con la que topa cotidianamente, él sostiene que el problema de malezas en Argentina está “subdimensionado” ya que considera que casos como el que ellos documentaron “hay muchos más que no fueron denunciados y comenzarán a aparecer con el tiempo, más aun que hay productores que siguen repitiendo viejas recetas de aplicación de productos”.

La estrategia de corto plazo, concluye el experto, es cuidar las herramientas existentes para el manejo de las malezas, las cuales “no son tantas” y tampoco habrá nuevas por un tiempo.

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