SCI HUB EL SITIO PIRATA QUE SE USA EN CIENCIA

Tomamos un extracto del artículo elaborado por Carolina Monti. Nota completa en: accesoabierto.fahce.unlp.edu.ar

Sci-Hub, el Pirate Bay de los científicos, provee acceso gratuito a más de 70 millones de artículos y se ha convertido en el sitio web más grande de la historia en desafiar los modelos editoriales a escala masiva. De acuerdo con el primer estudio realizado sobre su uso, que fue publicado en Science -una de las revistas más influyentes del mundo académico- el sitio registró 28 millones de pedidos de descargas entre septiembre 2015 y febrero 2016 y su uso crece de manera exponencial. Pero ¿por qué los investigadores están usando esta web de forma masiva?

Según el estudio realizado por Lariviére, Haustein y Mongeon en 2015, el modelo tradicional de publicación científica está siendo dominado por un oligopolio de editoriales que controlan el mercado: de todos los artículos publicados en el año 2013, el 50% fueron publicados por Elsevier, Springer, Wiley Blackwell y Taylor Francis. Estas editoriales, como señalan los autores, llegaron a tener ganancias en un nivel comparable al de Pfizer, Industrial & Commercial Bank of China y muy por encima de Hyundai Motors, que comprenden las compañías farmacéuticas, bancarias y automovilísticas más rentables entre las 10 más grandes respectivamente, según Global 2000 de Forbes (Lariviére, Haustein y Mongein, 2015).

La posibilidad de tener ganancias tan extremas por parte de las editoriales se debe a la peculiaridad de la economía de la publicación académica: a diferencia de otros ámbitos, los proveedores primarios (los autores) no reciben una compensación financiera o regalía por ceder los derechos sobre su obra, e incluso muchas veces son ellos mismos quienes deben pagar los costos de publicación que llegan a superar en algunas revistas los U$S 2000. Por otro lado, los evaluadores, que realizan el “peer review” o proceso de referato de los artículos que se publican en las revistas, son también investigadores, que corrigen y revisan los manuscritos de manera gratuita, como parte de las actividades inherentes a la carrera académica. Finalmente los lectores, que también son en su mayor parte investigadores, deben pagar por leer los artículos de su interés, o bien deben hacerlo las instituciones académicas y científicas en las que trabajan. Tradicionalmente las bibliotecas de las instituciones han desembolsado cifras millonarias para suscribirse a las bases de datos que dan acceso a la literatura científica, y paradójicamente en muchos casos, para acceder a trabajos que fueron financiados con fondos públicos. Sin irnos muy lejos, aquí en Argentina, el ex-Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva bajo el programa de la Biblioteca Electrónica de Ciencia y Tecnología ha pagado millones de dólares anuales para que las instituciones académicas del país puedan acceder a la literatura científica.