La FAO y la OMS han creado un plan de seguridad internacional común para dar respuesta a situaciones de emergencia alimentaria
Las respuestas a una misma situación de emergencia en el ámbito de la seguridad alimentaria pueden ser numerosas. Esto se debe a que la gestión de las alertas alimentarias no depende solo de una autoridad nacional única, sino que en ella están implicados más de un país. La diversidad de sistemas de control de alimentos responde a aspectos como los distintos niveles de desarrollo y los diferentes riesgos de los productos. Para abordar de manera conjunta estos peligros, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) han ideado un nuevo plan, común a todos los países, que permita una respuesta eficaz y segura para los consumidores.
Durante los últimos años ha aumentado el movimiento de personas y productos entre fronteras. Alimentos muy específicos, propios de zonas muy concretas, se consumen en lugares donde antes se desconocían y en formas muy distintas, en función de la región donde se preparan. La expansión del comercio de alimentos ha facilitado un mayor acceso y disponibilidad de estos en todo el mundo. Pero esta libre circulación ha dado lugar a nuevas preocupaciones respecto a la inocuidad de los alimentos. De ahí la importancia de poner en marcha medidas como los planes de emergencia propuestos.
Las nuevas directrices abordan la importancia de adoptar enfoques multidisciplinarios debido a la complejidad de la mayoría de emergencias en seguridad alimentaria. El nuevo plan se fija en tres aspectos clave: evaluación, gestión y comunicación del riesgo. Según define el Codex Alimentarius, una emergencia en seguridad alimentaria es "una situación, accidental o intencional, que identifica una autoridad como un grave riesgo de salud pública y que requiere medidas urgentes". Cualquier incidente en seguridad alimentaria varía entre incidentes menores y crisis graves. La forma en que se puede abordar un caso dependerá del número de personas afectadas, la severidad de la enfermedad, la distribución y el volumen de alimentos implicados o del conocimiento que se tenga del contaminante.
Fuente: consumer.es
|