Extracto de nota de Enrique Martínez (ex – presidente del INTI)
Una de cal y una de arena. Por un lado, es muy relevante que el discurso presidencial instale como Tríptico central de los atributos necesarios en el mundo actual a la Energía, los alimentos y la ciencia y la tecnología. Por otro lado, es preocupante, y con poco esfuerzo analítico, diríamos que lamentable, que con demasiada facilidad se bastardeen ideas en el escenario de la cyt. Entender que la producción de energía y de alimentos son cuestiones críticas es directo. Menos inmediato es precisar cómo nos sirven la ciencia y la tecnología.
¿A qué deberíamos aspirar? ¿A que toda actividad productiva se haga en términos de máxima eficiencia, lo cual implica que el diseño e implementación de todo proceso haga uso del mejor conocimiento disponible? ¿A qué ese conocimiento de vanguardia se desarrolle en gran medida en el país? ¿A qué además de usar el conocimiento y generarlo sea nuestro, en el sentido más profundo, vale decir: propiedad pública o de residentes nacionales y de fácil acceso para cualquier interesado?
Cualquiera diría que lo último es lo deseable, pero que hay que ir paso a paso. Es cierto. Construir una base de conocimiento productivo que se asuma como factor determinante para la forma en que se atienden las necesidades de la comunidad y se consigue la inserción en el mundo, no es tarea menor ni de unos pocos años.
Toda la historia de evolución de semillas del país está marcada por esfuerzos públicos que fueron una y otra vez apropiados por empresas privadas, la mayoría extranjeras.
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