CRECIMIENTO ECONOMICO Y HAMBRE

El crecimiento económico por sí solo no va a acabar con el hambre José Graziano da Silva y Kanayo F. Nwanze.

Las últimas décadas han sido testigo de notables tasas de crecimiento en muchos países en vías de desarrollo. Eso es una buena noticia, ya que las altas tasas de crecimiento del PIB per cápita son un factor clave para la reducción de la inseguridad alimentaria y la malnutrición. Pero el crecimiento económico por sí solo no es garantía de éxito en la lucha contra la pobreza, el hambre y la malnutrición, como muestra la edición 2012 del Estado de la Inseguridad Alimentaria en el Mundo (SOFI), recientemente lanzado por las agencias de las Naciones Unidas con sede en Roma.

Para que el crecimiento económico mejore la nutrición de las personas más necesitadas, las mujeres y los hombres en situación de pobreza deben participar en este proceso de crecimiento y en sus beneficios. Los casos exitosos dados en todas las regiones en desarrollo muestran un hecho claro: la inversión en la agricultura, más que la inversión en cualquier otro sector, puede generar un crecimiento económico que ofrece grandes beneficios a las personas pobres que padecen hambre y desnutrición. Este hecho ocurre ya que la mayoría de estas personas viven en zonas rurales y dependen de la agricultura para su subsistencia.

Hemos aprendido que los pequeños agricultores pueden ser apoyados para beneficiarse de precios más altos de los alimentos y ser parte de la solución para reducir las subidas de precios y la mejora de la seguridad alimentaria global. Los precios superiores de los productos agrícolas sin duda pueden proporcionar incentivos positivos para incrementar la inversión en la agricultura. Sin embargo, la mejora de las políticas públicas y una mejor gobernanza también son necesarias para hacer frente a los efectos de la volatilidad de los precios y al aumento de los costos de los alimentos para la población pobre, la cual gasta una gran proporción de sus ingresos en alimentos.

Texto completo solicitarlo a: Rodrigo Flores rodrigo.flores@fao.org