LA SALUD, UNA BATALLA CONSTANTE

Compartimos un extracto de una nota del grupo de gestión de políticas de estado en ciencia y tecnología elaborada por Jorge Rachid. Nota completa en: www.elmensajerodiario.com.ar

Los procesos sanitarios oficiales se ocupan preferentemente de la atención de la enfermedad, verdadero paradigma dominante, producto de la irrupción del lucro, que fueron avasallando los sistemas solidarios y que entraron al país de la mano planificada, financiada y consolidada en la etapa neoliberal.

No es casual que ese paradigma coincida con los planes de la industria farmaceútica y con la irrupción de la aparatología médica como panacea del diagnóstico, desplazando la semiología como práctica central del conocimiento médico y la íntima relación médico-paciente, eje de cualquier proceso de resolución de la enfermedad. La cronificación de las enfermedades, los controles medicamentosos de alteraciones humorales de hallazgo casual o preventivo, le medicalización de los estados de ánimo y afectivos, los controles de obesidad milagrosos, la droga de última generación en la enfermedad terminal entre otras cotidianeidades de la práctica médica, han distorsionado el concepto profundamente humanista de la medicina, llevando al sistema sanitario a intentar dar respuestas, cuando el equilibrio salud-enfermedad se ha perdido o sea que el organismo ha claudicado frente a la agresión de cualquier tipo física, psíquica, ambiental o social.

Nuestro país sostuvo un modelo de contención social sanitaria de alto nivel prestacional por niveles, con especial incidencia en esa época, en la prevención de la salud y su fortalecimiento. “El mejor sistema de salud son cloacas y agua corriente”. Los indicadores de salud son innumerables, verificables y esenciales en la calidad de vida de la población y van desde la inserción de la escolaridad de los niños hasta la laboral de los padres, el tipo de vivienda y acceso a los servicios, por supuesto los planes de vacunación y el seguimiento escolar de detección precoz de patologías, salud bucal, deportes su práctica y sus accesibilidad, entre otras variantes que aún en muchos casos nos debemos en el marco de la construcción del modelo social solidario del siglo XXI. Esta situación ha invadido cada rincón de los sistemas sanitarios, tanto en su concepción economicista, como por su afán de lucro.

En la Constitución Nacional del 94 el tema salud figura sólo en un artículo y en ese se define a los pacientes como consumidores, es la expresión mas acabada de la consumación de la derrota cultural que permitió comenzar a plantear la inversión en salud, como gasto y la enfermedad como negocio.

Cambiar el paradigma es intentar reconstruir un modelo nacional de salud solidario, que integre todos los subsistemas en una concepción sanitaria de profunda raíz nacional y popular, respetando los perfiles epidemiológicos, cambiando las currículas de formación profesional, apuntalando la producción pública de medicamentos, igualando las posibilidades de cualquier argentino resida donde resida, trabaje en lo que trabaje, nazca donde nazca.